Autor: Fernando Mansilla.
Año de publicación: 2013.
Editorial: Editorial Barrett.
"Si el amigo Serena iba hecho una lástima, tanto por la paliza como por el síndrome que le pone borrosa la cara, tampoco yo iba hecho unas pascuas. No lo sabía todavía, pero aquel desasosiego que me venía perturbando toda la mañana eran los primeros síntomas de que la heroína se posesionaba de mi cuerpo. Además estaba lo de Sofía. Presentía que cuando llegara a casa, tendría la última discusión con mi mujer y luego fin, llegaría la noche y dormiría solo, sin Sofía. Sin Sofía ya para siempre. Pero había algo. Algo al otro lado que acababa con el desasosiego: agujerear mi vena, el leve dolor del pinchazo, el calor interior, las arcadas de placer, el control de la realidad, la desaparición absoluta de la ansiedad. Aire, combustible, calor, realidad..."
Alguien afirmó que, cuando un lector llega a Fernando Mansilla, suele tener la sensación de llegar tarde al autor. Eso es exactamente lo que sentí al terminar la novela "Canijo". ¿Cómo no he sabido antes de este libro? me pregunté. La respuesta tal vez se halle en su condición de novela de culto, caracterizada por una forma fresca, descarnada y rítmica de narrar una historia que tiene lugar en un período tristemente violento y funesto del estado español. La historia que plantea "Canijo", pese a transcurrir en una zona muy concreta de Sevilla, es representativa de una problemática que asolaba a todo el país durante la década de los 80. Esto, sumado a la pertenencia de su polifacético autor a la escena underground de Sevilla, hace de este libro una joya que suele pasar desapercibida para la mayoría de lectores. Lo más seguro es que uno no se tope con él a menos que haya tenido previas referencias y lo busque de una forma consciente y resolutiva, como ocurrió en mi caso.
Afortunadamente existe la Editorial Barrett. Dicha editorial fue fundada en 2016 en la misma ciudad de Sevilla, y su buena gente se encargó de editar este libro con mucho tacto. Digo esto porque la edición del libro contribuye a hacer la experiencia de la lectura mucho más gozosa e inmersiva, con una cubierta espectacular diseñada por Pablo Peña, ilustrador e integrante del grupo de rock andaluz Pony Bravo. La imagen del Guadalquivir evocando una vena en la que se inyecta la heroína me parece brillante y potentísima. Apenas sé de otros libros cuya edición guarde una coherencia estética con el texto que contienen de una forma tan fiel y directa, y es esta cuidada artesanía lo que en mi opinión convierte el libro en un objeto valioso y preciado en sí mismo. No por nada Manuel, uno de los editores de Barrett, confesó que la habían creado para poder editar a Mansilla.
La novela podría considerarse un exponente del realismo sucio, o una novela negra castiza. Sin embargo, siento que aplicarle una etiqueta concreta a "Canijo" no le haría justicia a la obra, porque es una de esas historias que desborda cualquier género en el que se la intente encasillar. Más allá del crimen y del narcotráfico, en "Canijo" hay una reflexión sobre la fragilidad humana, la interdependencia, sobre la dignidad y la violencia. En realidad se trata de una novela sobre la vida humana y sobre cómo ésta se intenta desarrollar (o más bien trata de sobrevivir) en condiciones extremadamente adversas y penosas.
"Aterrizamos en Sevilla. La Sofía y yo. Alquilamos una buhardilla en el barrio de San Julián, en el 6 de la plaza de la Moravia. Vivíamos en la azotea de aquel edificio de tres pisos, blanco y vetusto, castigado por el sol. Yo recuerdo con agrado aquella solana maldita, las macetas de geranios, las duchas con manguera en el terrado, las tumbonas donde nos derretíamos al sol, las tetas de Sofía. En aquella buhardilla me pegué yo buenos atracones de esperarte, me cago en mí, Sofía, porque mira que he pasado yo ratos esperándote. Esperar mujeres. Esperar hombres. Esperar cosas".
La novela empieza con esta queja o reclamo, que ya anticipa alguno de los acontecimientos que van a tener lugar más adelante. El Canijo, o cani para los más allegados, llega con su pareja Sofía al barrio de San Julián en el verano del 82. Su relación amorosa hace aguas y se diría que se siente muy solo, por lo que busca refugio en la cocaína y la heroína. Canijo es músico y toca el clarinete en una compañía de teatro. De constitución débil y con tendencia a evitar los conflictos, pronto se verá a sí mismo inmerso en un ambiente sumamente hostil donde el síndrome de abstinencia constituye el único motor para la acción, donde rige la ley del más fuerte y escasea la compasión, mientras trata de conseguir el siguiente chute para alimentar al mono. Los capítulos protagonizados por el Canijo están narrados en primera persona.
Más adelante se nos presentarán otros personajes esenciales para la novela. Hablamos de Carlos Serena "el Grande", amigo de Canijo, o el clan de los Molina, que controlan el tráfico de la droga desde su apartamento en la calle San Luís tras ser expulsados de las Tres Mil, al sur de Sevilla. También hallaremos a un personaje sumamente siniestro y temible apodado "el Gamba", vil y cruel hasta decir basta, que se constituirá en el principal antagonista de la historia. Por ahí también anda "el Quitallaves", un policía nacional que hace uso de su autoridad para humillar a aquellas personas drogodependientes con las que se encuentra en el barrio de La Macarena y San Julián. Para todos estos personajes se utilizará el narrador en tercera persona.
A medida que la adicción se profundiza acompañamos a los personajes en un verdadero descenso a los infiernos. Las relaciones interpersonales se deterioran y los engaños se hacen más frecuentes. Cosas bellas en sí mismas como la música o el dibujo dejan de ser importantes. La siguiente dosis de caballo o cocaína pasa a ser el sentido de existir. La desesperación se hace insoportable y la violencia aflora, ensañándose con aquellos más vulnerables, a veces ejercida por la misma autoridad policial.
No se nos escapan las referencias autobiográficas que relacionan al protagonista con el escritor de la novela. Fernando Mansilla nació en Barcelona pero se instaló en Sevilla en el año 82, al igual que su personaje Canijo, y también allí curso estudios de clarinete y solfeo. Trabajó como músico en grupos teatrales o tocando en la calle. Bastante más tarde nacería "Mansilla y los espías" con los que publicaría el primer disco en 2011. Pese a ser un melómano confeso, Fernando Mansilla no se entendía a sí mismo como músico sino como escritor. El hecho de no tener contactos editoriales lo llevó a dirigir sus esfuerzos a escenas teatrales o a la poesía musicada (hay quien califica a "Mansilla y los espías" como un grupo de rap). Toda esta actividad como artista multidisciplinar lo hizo especialmente conocido en la escena underground de Sevilla. El escritor falleció en el 2019 dejando tras de sí una estela de música, poesía y narración.
Tengo la convicción de que "Canijo" no dejaría una impresión tan honda en el lector si su autor no hubiera vivido de cerca lo que ocurría en las inmediaciones del Pumarejo en aquellos años. Pero no se trata únicamente de haber vivido aquello sobre lo que se escribe, sino saber cómo plasmarlo sobre el folio. Pues bien, Fernando Mansilla reúne ambos requisitos sin ninguna duda.
Al narrar los acontecimientos que tienen lugar en la novela, Mansilla escribe compartiendo los anhelos, la desesperanza y la profunda pena de sus personajes. Y lo hace con ritmo y prosodia, jugando con la sonoridad y la métrica a la hora de juntar palabras. Imprimiendo a la narración una suerte de épica, como quien narra las hazañas de un personaje histórico. El personaje histórico en este caso son las personas que fueron engullidas por la adicción. Y se podría afirmar también que la épica que se intuye en la lectura no es otra que la épica del lumpenproletariado en su afán por salir adelante. No en vano Mansilla afirmaba que en éste encontraba una verdad que, aunque salvaje, estaba ausente en las clases medias más domesticadas. De esta forma, el escritor rinde tributo a aquellos con los que compartió una parte importante de su historia, y cuyas vidas se apagaron demasiado pronto.
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