Autor: José Ovejero.
Año de publicación: 2005.
Editorial: Galaxia Gutenberg.
"Lebaux sólo tenía de su bisabuelo, el iniciador de la aventura africana de la familia, recuerdos en blanco y negro o en sepia. Murió, al parecer, de una infección de origen tropical que había permanecido latente durante años; cuando se la descubrieron hacía ya casi dos décadas que no ponía los pies en África, continente que había comenzado a detestar después de que el Parlamento belga arrancase al rey de la propiedad del Congo, aunque fue a partir de entonces cuando empezó la etapa más próspera para el viejo Lebaux: una vez concluido el monopolio real del caucho, se hizo con varias concesiones de explotación, y con el capital acumulado participaría más tarde en varias empresas mineras de Katanga y Kasai. Sin embargo, en cuanto tenía oportunidad, hablaba con desprecio de los "tenderos" que corrían a saquear el Congo tras criticar durante años a hombres como él, que habían levantado las estructuras que les iban a permitir enriquecerse".
Me siento y leo el último tercio de "Las vidas ajenas" sin poder despegar mis ojos de sus páginas a medida que avanzo. La tarde soleada se consume en la lectura y no reparo en que ya se ha hecho de noche hasta que casi no puedo seguir leyendo por la falta de luz. Pero no puedo parar de leer ahora. Cuando un libro nos entusiasma nunca damos con la página adecuada donde detenernos.
La novela tiene ya dos décadas a sus espaldas pero sigue siendo de una actualidad vibrante. Publicada originalmente en Funambulista, recientemente ha sido rescatada por Galaxia Gutenberg.
Sigo con atención el desarrollo de la historia narrada por Ovejero. Ésta se compone a su vez de otras seis subtramas, protagonizadas por los personajes que intervienen en la principal. Bruselas pone el escenario y el catalizador del conflicto consiste en una vieja fotografía, testimonio de los crímenes del colonialismo belga en el Congo, lo cual me trae al pensamiento el último documental de Johan Grimonprez.
En "Soundtrack to a Coup d'Etat (2024)", el jazz de Louis Armstrong, Nina Simone, Max Roach y otros músicos se hilvana con documentos audiovisuales, y sobre esta combinación nacida de elementos previamente existentes se construye algo nuevo. Un relato que abarca el período comprendido entre la independencia formal del país respecto a Bélgica y el golpe de estado que en enero de 1961 acabó con la vida de Patrice Lumumba, dirigente del Movimiento Nacional Congoleño y primer presidente electo de la recién nacida República Democrática del Congo.
![]() |
Patrice Lumumba, presidente electo de la RDC en 1960, fue torturado y asesinado por las fuerzas golpistas con la complicidad de la ONU y el gobierno belga. |
Pero volvamos al libro. Lebaux es presidente de un holding con inversiones en bancos, supermercados y en otros negocios mucho más opacos. Actividades que gracias a Degand, su mano derecha, es capaz de ocultar al resto de la sociedad mediante un complejo entramado de empresas. Estas actividades no son otra cosa que tráfico de armas y compraventa de diamantes procedentes del Congo y Sierra Leona. Tanto Lebaux como el resto de sus socios conocen la procedencia de esos diamantes y las condiciones en las que son extraídos, pero para ellos eso no supone un problema siempre que ese conocimiento no se pueda demostrar y utilizar contra ellos legalmente. Se saben impunes, siempre lo han sido. Para ellos la ley no es más que un sencillo obstáculo que los separa de sus objetivos, y es una cuestión de tiempo dar con el mecanismo que les permita burlarla.
La inclinación de Lebaux hacia este tipo de negocios parece ser cosa de familia. De hecho, gran parte de la fortuna familiar se ha asentado sobre acciones financieras en el extractivismo minero en el Congo, saqueo que dura hasta el presente. En casa se organizan largas y dilatadas fiestas en las que se habla de negocios largo y tendido, pero nadie habla claramente de lo que sucede en el Congo. Hablar sobre la barbarie que allí tiene lugar a manos de mercenarios que ellos mismos financian parece percibirse como algo sumamente vulgar.
Claude y Daniel son dos currantes que se dedican a vaciar casas abandonadas. Durante una jornada, Daniel encuentra una fotografía en la que aparece el abuelo de Lebaux. La fotografía está hecha en el Congo y retrata una escena monstruosa que contrasta con la sonrisa indolente de los que posan en ella. Entre ellos se encuentra el bisabuelo de Lebaux. A partir de aquí se pone en marcha un chantaje en el que también intervendrá Chantal, la hermana de Daniel, quien necesita dinero para iniciar un nuevo proyecto de vida junto a su hija Amelie y Rachid.
Por otro lado está Kasongo, que fue un soldado a las órdenes de Mobutu Sese Seko y ahora reside en Bruselas en condiciones miserables. Kasongo es parroquiano del mismo bar que Daniel y Claude. Un día es abordado por Daniel y éste le pide que le consiga una pistola a buen precio pero, tras años de supervivencia, Kasongo ha aprendido a sacar el mayor provecho a cualquier situación. Comienza entonces a buscar la pistola más barata en el mercado para revendérsela a Daniel a mayor precio.
El trofeo más valioso para Kasongo es un diente de Patrice Lumumba que siempre lleva consigo y exhibe con orgullo. No pierde ocasión para decir que él estuvo allí cuando asesinaron al presidente Lumumba, lo cual suele generar un ligero levantamiento de cejas y miradas suspicazes entre sus oyentes. Porque todo el mundo sabe que por ese entonces Kasongo debía de ser un bebé.
"Había leído sobre la salvaje explotación que tuvo lugar cuando el Congo pertenecía al rey Leopoldo II; sabía de los castigos corporales, de la obligación de trabajar para los colonos. Cuando una aldea no pagaba o no enviaba hombres a trabajar en las explotaciones, la Force Publique daba una batida; para justificar cada bala gastada tenían que entregar una mano de nativo; así demostraban que no habían derrochado munición por andar de caza".
José Ovejero, escritor madrileño, narra la historia desde una voz omnisciente y humanista que se zambulle en la historia de vida y la psique de cada personaje. Su manejo de la voz narrativa es hábil y natural, cambia de primera a tercera persona de un párrafo a otro y el lector no lo nota (lo que demuestra que está bien hecho). Para Ovejero la literatura responde a unas reglas que hay que saber utilizar y subvertir en el momento oportuno para poder transmitir al lector lo que el autor desea. Tampoco considera que sea función de la literatura exponer la realidad de la forma más fiel, pero sí reflejarla y hacernos más sensibles a ella.
Es debido a esta actitud tan firme respecto a la literatura que el autor se niega de forma muy contundente a hacer lo que él llama literatura "ornamental", orientada al simple entretenimiento vacío sin producir cambios o inquietudes en quien la lee. Esta clase de literatura es la que más se vende en nuestros días, y por tanto la que tiene más éxito comercial, pero para Ovejero carece de valor. Frente a esto, reivindica la literatura "exigente", que ofrece al lector experiencias complejas y lo vuelve más atento a lo que sucede. Así pasa con este libro, que sin sobreexplicar o dar lecciones morales uno siente que transmite una profunda verdad, quizás precisamente porque la inteligencia del lector no está puesta en duda.
"Las vidas ajenas" fue la cuarta novela de José Ovejero y ganadora del premio Primavera de Novela 2005.
Comentarios
Publicar un comentario